sábado, 7 de abril de 2012

Hugo Chávez, de repente, ha vuelto a ser un mortal



Hugo Chávez, de repente, ha vuelto a ser un mortal. Un hombre que añora la compañía de su familia y que siente temor de Dios ante la inminencia de la muerte, tras ser diagnosticado de cáncer en junio de 2011. Diez meses después de haber comenzado un ciclo de cirugías, quimioterapias y radioterapias para curar una enfermedad sobre la cual no ha querido aportar detalles clínicos, este jueves el presidente venezolano ha pedido a Cristo, entre lágrimas y ante las cámaras de televisión: “No me lleves todavía”. Además de la reaparición reciente de un tumor y de las hospitalizaciones cada vez más frecuentes en Cuba, ese ha sido el síntoma más elocuente que ha mostrado hasta ahorasobre la gravedad de su salud.
Poco antes de la medianoche del miércoles, Chávez volvió a Caracas tras cuatro días en La Habana para recibir cinco sesiones de radioterapia. Al día siguiente, viajó a su Estado natal, Barinas, donde viven sus padres y gobiernan sus hermanos. Su familia preparó una misa para recibirlo, en la que el propio Chávez ha pedido a Cristo: “Dame vida, aunque sea vida llameante, vida dolorosa, no me importa (...) Dame vida porque todavía me quedan cosas que hacer por este pueblo y por esta patria. No me lleves todavía, dame tu cruz, dame tus espinas, dame tu sangre, que yo estoy dispuesto a llevarlas, pero con vida”. En primera fila del oficio, su madre, doña Elena, se enjugaba los lágrimas con un pañuelo blanco y dos de sus hermanos, Adán y Aníbal, hacían esfuerzos por no llorar.
Nunca se le ha visto al comandante tan cercano a su familia y a los altares como desde que se supo enfermo. Chávez, divorciado de Marisabel Rodríguez en 2002, ha gobernado en solitario durante los últimos años y ha dicho que su destino es estar casado con la revolución. También ha procurado no retratarse en grupo con sus hermanos menores, vinculados desde 2008 a escándalos de supuesto enriquecimiento ilícito y corrupción que permanecen archivados en la Fiscalía General de la República.
Desde junio de 2011, eso ha cambiado. Cada vez con más frecuencia Chávez aparece en público con sus padres, doña Elena y Hugo de los Reyes; sus tres hijas, María Gabriela, Rosa Virginia y Rosinés; sus cuatro hermanos menores, Narciso, Argenis, Aníbal y Adelis; y su hermano mayor, Adán, que amenaza con tomar las armas si Chávez se tambalea en el poder. El hijo varón del presidente, Hugo Alejandro, es el único que rara vez aparece en público. “Yo ahora no pude evitar una lágrimas cuando sentí la mano amorosa de mi madre y al mismo tiempo, la mano de mi padre. Dije: ‘Dios, ¿hace cuánto no sentía estas dos manos, al mismo tiempo (…) o esos abrazos de mis hermanos, de mis hermanas, de mis hijos?”, ha dicho Chávez sobre todos ellos durante la misa.
La Iglesia venezolana ha visto con reserva este regreso del presidente a la senda católica, pues ha mantenido una tensa relación con el Gobierno desde que Chávez ascendió al poder. “Me parece muy bueno que el presidente tenga ese sentimiento religioso, esperemos que sea un sentimiento auténtico. El camino de Jesucristo es el camino del amor, es el camino que todos deben seguir y también el ciudadano presidente de la República”, ha dicho el cardenal Jorge Urosa Sabino, arzobispo de Caracas, poco antes de oficiar el sermón del Jueves Santo, que dedicó al tema de la inseguridad y la violencia en Venezuela.
Hace un par de años, Chávez llamó al cardenal Urosa “troglodita” y advirtió al Vaticano que mientras él fuese arzobispo de Caracas, su Gobierno se mantendría “bien alejado” de la jerarquía católica. Antes, en enero de 2008, el presidente le había dicho al Papa que él no era “ningún embajador de Cristo en la tierra” porque “Cristo, el verdadero, está en el pueblo y en los que luchamos por la justicia y por la liberación de los humildes”. La semana pasada, sin embargo, circuló información extraoficial en Caracas acerca de los esfuerzos que hacía la cancillería de Venezuela por lograr que el papa Benedicto XVI recibiera a Chávez durante su visita oficial a La Habana.
Lo que pide Chávez a Dios es tener salud suficiente para competir en las presidenciales del 7 de octubre próximo, por un tercer mandato consecutivo de seis años. El comandante, que hasta ahora se ha negado a nombrar a un sucesor, también se juega en sus oraciones la vida de la “revolución”.

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